Por Julio Alvarez Sebastiàn
Victoriano: El adiós a un amigo de barrio
Esta columna está destinada a comentar temas relacionados al deporte, pero en esta ocasión queremos hacer una excepción, permítanme esta licencia personal. El amanecer del día lunes 22 de febrero trajo una infausta noticia al barrio. Otra vez la estupidez y la irresponsabilidad disfrazadas de conductores tiñeron de sangre nuestras pistas.
Nuestro buen amigo Vito estaba entra las víctimas del fatídico accidente entre las empresas América Express y Crisolito en las cercanías de la provincia de Virú. Sí, Julio Victoriano Arteaga Alcántara, Vito o Chichí para los amigos, médico de profesión, se dirigía al vecino puerto de Chimbote a laborar al Hospital La Caleta, cosa que realizaba semanalmente, hasta que ocurrió la fatal colisión. Ahora hay un vacío entre sus amigos, sus colegas y todos los que de alguna manera apreciamos a Vito.
La tristeza no tiene límites. Su esposa, la inseparable compañera de Vito en este viaje terrenal, no encuentra respuestas a esta incertidumbre que lo acompaña desde que recibió la fatal noticia; su hija Claudia que abrazó la misma profesión de su padre y tiene por delante el reto de seguir su huella, transita entre la tristeza y el dolor de haber perdido para siempre la figura paternal; igual los hermanos de Vito: Alcides, Irene y Bertha, todos ellos profesionales y gente de bien no terminan de asimilar este duro momento.
Vito siempre fue un deportista a carta cabal, supo combinar adecuadamente los estudios y el deporte. Integró las selecciones de fútbol y básquet de su colegio; Inca Club y Defensor Cortijo, equipos del barrio, supieron de sus cualidades futbolísticas. En la parte recreativa siempre siguió ligado al deporte, fundando y participando en diferentes equipos del barrio, allí están como muestra: SEMA (Sport Estudiantil Mansiche Asociados), Unión Mansiche y el recordado DIM (Deportivo Independiente Mansiche) que fue el último equipo que fundó en el barrio.
Seguramente los domingos por la mañana sus amigos que corrieron junto a él tras un balón, lo recordarán. Allá en la canchita de Tinín en el sector El Cortijo, sus amigos de Mansiche, Nuevo Perú, El Cortijo, Ciro Alegría y La Arenita lo sentirán correr junto a ellos. Lo recordarán siempre, al escuchar al inolvidable Héctor Lavoe con su Periódico de Ayer, El Rey de la Puntualidad, El Día de mi Suerte o el premonitorio Todo Tiene su Final.
En el barrio ha quedado abierta una herida que tardará en cicatrizar, como seguramente ocurre en los hogares que se llenaron de luto por esta tragedia. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando la estupidez en nuestras pistas?, lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a contar en silencio, de manera absurda, a nuestros muertos. ¿Hasta cuándo?
Esta columna está destinada a comentar temas relacionados al deporte, pero en esta ocasión queremos hacer una excepción, permítanme esta licencia personal. El amanecer del día lunes 22 de febrero trajo una infausta noticia al barrio. Otra vez la estupidez y la irresponsabilidad disfrazadas de conductores tiñeron de sangre nuestras pistas.
Nuestro buen amigo Vito estaba entra las víctimas del fatídico accidente entre las empresas América Express y Crisolito en las cercanías de la provincia de Virú. Sí, Julio Victoriano Arteaga Alcántara, Vito o Chichí para los amigos, médico de profesión, se dirigía al vecino puerto de Chimbote a laborar al Hospital La Caleta, cosa que realizaba semanalmente, hasta que ocurrió la fatal colisión. Ahora hay un vacío entre sus amigos, sus colegas y todos los que de alguna manera apreciamos a Vito.
La tristeza no tiene límites. Su esposa, la inseparable compañera de Vito en este viaje terrenal, no encuentra respuestas a esta incertidumbre que lo acompaña desde que recibió la fatal noticia; su hija Claudia que abrazó la misma profesión de su padre y tiene por delante el reto de seguir su huella, transita entre la tristeza y el dolor de haber perdido para siempre la figura paternal; igual los hermanos de Vito: Alcides, Irene y Bertha, todos ellos profesionales y gente de bien no terminan de asimilar este duro momento.
Vito siempre fue un deportista a carta cabal, supo combinar adecuadamente los estudios y el deporte. Integró las selecciones de fútbol y básquet de su colegio; Inca Club y Defensor Cortijo, equipos del barrio, supieron de sus cualidades futbolísticas. En la parte recreativa siempre siguió ligado al deporte, fundando y participando en diferentes equipos del barrio, allí están como muestra: SEMA (Sport Estudiantil Mansiche Asociados), Unión Mansiche y el recordado DIM (Deportivo Independiente Mansiche) que fue el último equipo que fundó en el barrio.
Seguramente los domingos por la mañana sus amigos que corrieron junto a él tras un balón, lo recordarán. Allá en la canchita de Tinín en el sector El Cortijo, sus amigos de Mansiche, Nuevo Perú, El Cortijo, Ciro Alegría y La Arenita lo sentirán correr junto a ellos. Lo recordarán siempre, al escuchar al inolvidable Héctor Lavoe con su Periódico de Ayer, El Rey de la Puntualidad, El Día de mi Suerte o el premonitorio Todo Tiene su Final.
En el barrio ha quedado abierta una herida que tardará en cicatrizar, como seguramente ocurre en los hogares que se llenaron de luto por esta tragedia. ¿Hasta cuándo seguiremos soportando la estupidez en nuestras pistas?, lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a contar en silencio, de manera absurda, a nuestros muertos. ¿Hasta cuándo?