Por Julio Alvarez Sebastián
Es el momento de decirle No a la violencia
La absurda e inesperada muerte la semana pasada de Paola Vargas, una contadora de 24 años, quien murió al ser arrojada de un vehículo de pasajeros por un grupo de hinchas de la barra brava de Universitario, según las autoridades. La joven, que opuso resistencia a que le robaran la cartera y el celular, fue empujada del vehículo y cayó pesadamente al pavimento, donde murió.
Este hecho indignó a todos los sectores del país que piden drástica sanción para los culpables y demandan al gobierno acabar con la violencia en el fútbol, una serie de reacciones en cadena han puesto contra la pared a las llamadas barras bravas en el fútbol peruano. Ante estas circunstancias es necesario atacar el mal desde raíz, es conocido que en el entorno de las barras viven infiltrados una serie de delincuentes amparados en el anonimato. Los que provocan la violencia en el Perú no son hinchas, son delincuentes que fungen de aficionados para realizar sus fechorías. Todas las semanas se ven exabruptos de esta horda de delincuentes disfrazados, quienes cometen delitos y crímenes que muchas veces no son resaltados por los medios de comunicación, ha tenido que ocurrir la muerte de una persona de clase media alta para que la reacción sea de proporciones.
Las autoridades deportivas y policiales de nuestro país, junto a los presidentes de los clubes profesionales del fútbol peruano han decidido tomar cartas en el asunto, se han comprometido a registrar a los integrantes de sus barras para que tengan oportunidad de recibir las entradas de cortesía. Se anuncia además que se colocarán cámaras filmadoras en los estadios para realizar un seguimiento más efectivo a las actitudes negativas de los malos hinchas.
Planificar y proyectarse hacia resultados ambiciosos sugiere una integración de autoridades políticas, dirigentes, jugadores, entrenadores e hinchada. Los cambios y las medidas tienen que darse de manera impostergable sino queremos que al último lugar en Sudamérica, a clubes débiles institucionalmente, se sume la estúpida violencia contaminando nuestro alicaído fútbol. Es el momento de controlar a estas hordas delictivas.
La absurda e inesperada muerte la semana pasada de Paola Vargas, una contadora de 24 años, quien murió al ser arrojada de un vehículo de pasajeros por un grupo de hinchas de la barra brava de Universitario, según las autoridades. La joven, que opuso resistencia a que le robaran la cartera y el celular, fue empujada del vehículo y cayó pesadamente al pavimento, donde murió.
Este hecho indignó a todos los sectores del país que piden drástica sanción para los culpables y demandan al gobierno acabar con la violencia en el fútbol, una serie de reacciones en cadena han puesto contra la pared a las llamadas barras bravas en el fútbol peruano. Ante estas circunstancias es necesario atacar el mal desde raíz, es conocido que en el entorno de las barras viven infiltrados una serie de delincuentes amparados en el anonimato. Los que provocan la violencia en el Perú no son hinchas, son delincuentes que fungen de aficionados para realizar sus fechorías. Todas las semanas se ven exabruptos de esta horda de delincuentes disfrazados, quienes cometen delitos y crímenes que muchas veces no son resaltados por los medios de comunicación, ha tenido que ocurrir la muerte de una persona de clase media alta para que la reacción sea de proporciones.
Las autoridades deportivas y policiales de nuestro país, junto a los presidentes de los clubes profesionales del fútbol peruano han decidido tomar cartas en el asunto, se han comprometido a registrar a los integrantes de sus barras para que tengan oportunidad de recibir las entradas de cortesía. Se anuncia además que se colocarán cámaras filmadoras en los estadios para realizar un seguimiento más efectivo a las actitudes negativas de los malos hinchas.
Planificar y proyectarse hacia resultados ambiciosos sugiere una integración de autoridades políticas, dirigentes, jugadores, entrenadores e hinchada. Los cambios y las medidas tienen que darse de manera impostergable sino queremos que al último lugar en Sudamérica, a clubes débiles institucionalmente, se sume la estúpida violencia contaminando nuestro alicaído fútbol. Es el momento de controlar a estas hordas delictivas.
Public. en Seman. La Voz de la Calle - Edic. 131 - Nov. 2009
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